Les reduccions jesuïtes al Paraguai
Al Paraguai, a principis del segle XVII, els jesuïtes van “inventar” un tipus nou d’evangelització amb les anomenades reduccions, autèntiques repúbliques de règim patriarcal i on no podien estar els espanyols. No eren colonitzadors que volien implantar l’estil social de les monarquies europees. Cada 30 pobles formaven una vertadera unitat socio-econòmica, independent de tota autoritat. Eren pobles missioners entre els aborígens guaranís i pobles afins, amb l’objectiu d’evangelitzar-los.
Fueron fundados a partir del siglo XVII en la llamada Provincia Paraguaria,,jurisdicción situada en el Virreinato del Perú y que abarcaba regiones de los actuales Paraguay, Argentina, Uruguay y partes de Bolivia, Brasil y Chile. Su estrecha vinculación entre sí en torno a la persona del Superior residente en Candelaria, les dio fisonomía de Estado nacional con Economía dirigida, y allí donde se conciliaba la propiedad privada y la colectiva, se dio un fuerte impulso demográfico, económico y cultural. Los jesuitas fueron extinguidos en 1773 y Portugal dijo que eran culpables del levantamiento con armas de los indios del sur de Brasil porque destruyeron las reducciones.
De 1609 a 1767, en que fueron expulsados, los jesuitas realizaron un original
experimento de gobierno teocrático sobre la base de la comunidad de bienes y
de la rígida disciplina de la vida individual y social, con lo que los
bravos guaraníes perdieron sus
hábitos guerreros y se convirtieron en agricultores, artesanos y artistas. Los
esfuerzos del régimen social jesuítico contrastaban violentamente con el
espíritu de libertad que reinaba en el resto de Paraguay, con instituciones
peculiares que no encajaban en la legislación indiana, pero que representaba la
ancestral voluntad autonómica del pueblo. El obispo fray Bernardino de Cárdenas
insurgió contra los jesuitas el viejo partido “comunero”.
Los ensayos precursores de las reducciones fueron realizados por franciscanos, destacando fray Luis de Bolaños. Las misiones llamadas “doctrinas” (30 en 1747 de las que la mitad eran argentinas) fueron una creación original en las que el doctrinero era cura, juez, maestro, agricultor, músico y artesano. Las poblaciones, la arquitectura de los templos, la ingeniería, los impresos ejecutados con material selvático, los cultivos, la música, etc., fueron actividades que todavía hoy sorprenden. La expulsión de la Compañía de Jesús perturbó la estabilizada vida diocesana y misional y el país perdió la más valiosa cooperación en el orden misional, cultural e industrial. Eran entonces 470 jesuitas que vivían en 60 casas.
La política guaraní obedeció a su propia lógica, la cual fomentaba la unificación de las tekuas o aldeas (de hasta 3000 habitantes) en volátiles alianzas que perseguían como fin último no solo el control de los recursos naturales provenientes de la selva tropical, base de sustentación de toda su Economía, sino también la búsqueda de la Tierra Sin Mal, creencia en la que se basaba su religión. La mayoría de los líderes políticos guaraníes de muchas tekuas aceptaron levantar iglesias, que eran símbolos de la protección divina y jurídica, aliándose en definitiva con lo que la Compañía de Jesús representaba. En una reducción, los edificios principales, como la iglesia, el cementerio comunal y la escuela, que servía al mismo tiempo para albergar a los jesuitas, conformaban una unidad a manera de monasterio. El cementerio ocupaba el lado opuesto a la casa de los padres, que por lo general era más alta, aunque también de un piso como todos, y poseía dos patios interiores espaciosos.
A partir de inicios del siglo XVIII, las reformas borbónicas puestas en marcha alcanzaron también al aspecto religioso en donde la corona aplicó el regalismo. Durante el reinado de Fernando VI, España se enfrentó con Portugal por la colonia del Sacramento, desde la que se facilitaba el contrabando británico por el Río de la Plata. José de Carvajal consiguió en 1750 que Portugal renunciase a tal colonia y a su pretensión de libre navegación por el Río de la Plata. A cambio, España cedió a Portugal dos zonas en la frontera brasileña, una en la Amazonia y otra en el sur, en la que se encontraban siete de las treinta reducciones guaraníes. Los españoles tuvieron que expulsar a los misioneros jesuitas, lo que generó un enfrentamiento con los guaraníes que duró once años.
Carlos III, imitando las políticas seguidas en el Reino de Portugal (1759) y en el Reino de Francia (1762), a través de la Pragmática Sanción de 1767, emitida el 27 de febrero de ese año, ordenó la expulsión de los jesuitas de todos los dominios de la corona de España, incluyendo los de América y los demás ultramarinos, cifra que alcanzó a más de 6000 religiosos. El ataque de la monarquía a esta Orden religiosa también alcanzó sus bienes temporales pues la Pragmática también decretó la incautación del patrimonio de la Compañía de Jesús. Las reducciones guaraníes no se disolvieron de inmediato, sino que se reemplazaron con los franciscanos, dominicos y mercedarios que no tenían los ideales de los primeros.
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