La Doctrina social catòlica del moment

a) Respecte al capitalisme

b) Respecte al socialisme

c) el liberalisme anglès

d) Respecte al liberalisme


 

a) Respecto al capitalismo 

La Escolástica dejó claro la ilicitud de los intereses por el préstamo pues se entendía que no puede ganarse dinero de dinero, como si fuera “con el sudor del de enfrente” (cf Tomás de Aquino, S. Th. II-II, q. 78, a. 50). No puede ser que el rico sea cada vez más rico sin trabajar, sólo prestando lo que tiene. El calvinismo, por el contrario, defenderá la licitud del interés. Benedicto XIV en Vix pervenit (1745) dirigido a los obispos italianos aún condenaba la usura por prestar con intereses aunque señalaba que puede haber excepciones si lo legitima algo extrínseco al mismo dinero como la posibilidad de perderlo y el riesgo que se corre al dejarlo. En un documento posterior el criterio lo extendió a la Iglesia universal. 

El CIC del 1917, c.1543, admitía la licitud del interés aunque manteniendo el fondo escolástico que condenaba que el capital, por sí mismo, produzca una plusvalía. Pero como el préstamo sirve para aumentar la producción, el prestamista tiene derecho a recoger lo proporcional de los beneficios derivados y entonces moralmente se justifica la ganancia por las cargas o riesgos inherentes a toda inversión, en la responsabilidad de la empresa y del personal de la misma. 

León XIII en 1891 (Rerum novarum) condenó el capitalismo salvaje; proponiendo buscar la solución en la autodependencia y armonía de ambos factores pues los dos se necesitan realmente. No puede estar la solución en su enfrentamiento y en querer aniquilar al otro. Pío XI en Quadragessimo anno dirá lo mismo. Pío XII en su discurso del 1951 dio un paso adelante al afirmar que el capitalismo equilibrado es la causa del progreso material o prosperidad y ello es un bien para toda la humanidad: una exigencia divina. Como es lícita la propiedad privada, es lícito el acúmulo progresivo de capital. Juan XXIII sigue defendiendo en Mater et Magistra el derecho a la propiedad privada tanto en tierras como en dinero y recuerda que Rerum novarum ya empujaba a los obreros a ahorrar y con ello hacerse un capital. Pablo VI lo confirma en Populorum progressio y señala que la causa de los males no es la industrialización en sí.  Efectivamente ha habido un "giro copernicano" de la doctrina de la Iglesia porque en la Edad Media había una Economía "estática" y ahora es "dinámica" y tiene un constitutivo esencial distinto. 

b) Respecto al socialismo 

Socialismo y comunismo se identificaban en el Magisterio hasta la Encíclica Quadragesimo anno (QA, 1931) de Pío XI que habla de la escisión de dos bloques: el comunismo o socialismo-marxista que encarniza la lucha de clases y la total abolición de la propiedad privada (QA, 112) y el socialismo que mitiga, aunque no rechaza, la lucha de clases y la abolición pues aterrado por Rusia, no quiere violencia que precisamente no es cristiana (cf QA, 113-114). Este Papa negaba que se pueda hacer igual con el cristianismo: mitigarlo y acercarse al socialismo aunque expuso las condiciones para ser apóstol entre los socialistas, la no connivencia, mostrar decididamente la fe, plena e íntegra, mostrando que sus postulados justos los defiende con más fuerza la fe y que los promueve con más eficacia la caridad (cf QA, 116). Si el socialismo se suavizara en la lucha de clases y en lo de la propiedad privada, sería también incompatible para el cristiano puesto que concibe la sociedad con un inmanentismo absoluto, ignorante del fin supremo del hombre y que ha de ser materialista por lo que pretende exclusivamente el bien terrenal (cf QA, 18). Su solución para la mejora de la producción ha de inmolarse a la libertad personal (cf QA, 119). Toda expresión como "socialismo cristiano" o "socialismo religioso" es contradictoria así que no se puede ser a la vez verdadero católico y verdadero socialista (cf QA, 120). 

Juan XXIII en Mater et Magistra recuerda de QA lo del socialismo-marxismo por atacar a todo sistema inmanentista, culpable de lo que estaba pasando pero en Pacem in terris (PT) considera la evolución de algunos grupos ideológicos y ciertos comentaristas aprovecharon para aplicarlo al socialismo. El Papa distingue la teoría filosófica falsa de las corrientes o soluciones concretas que suelen ser de carácter económico y social-cultural-político aunque se apoyen en esas ideas (cf PT, 159). La teoría, una vez elaborada, ya no puede cambiar y las corrientes prácticas sí cambian, se "amoldan al terreno". Por tanto, como Pío XI, da a entender que cuando el socialismo ya no sea verdadero socialismo, podrá ser sostenido por un católico. Luego, el Papa pasó a contestar la hipótesis de que un partido pueda seguir llamándose socialista aunque tenga otros contenidos y afirma que tal juicio es difícil y requiere mucha prudencia y conocimiento de causa. Recuerda que el católico, para hacer ese juicio, debe saber que se han de respetar el derecho natural y se debe obedecer al juicio previo de la autoridad competente en la esfera del orden temporal (cf PT, 160). 

El Concilio Vaticano II en Gaudium et spes no se entretiene en condenar nada ya condenado anteriormente. Sólo recuerda la malicia del ateísmo, no hace ninguna referencia al comunismo o socialismo ni al capitalismo, y recuerda el enfoque positivo de la Revelación exponiendo así la concepción cristiana del hombre y de la sociedad. Paulo VI en Octogesima adveniens (OA, 15-V-1971) insiste en los errores marxistas del materialismo ateo, de su dialéctica de la violencia y de su modo de entender la libertad personal dentro de la colectividad (cf OA, 26). Como males socialistas pueden enumerarse: 1º) inmanentismo que da visión materialista de la vida, del hombre y de la sociedad. 2º) la violencia como método de acción. 3º) subordinación de la familia al Estado. 4º) negación del derecho a la educación de los hijos. 5º) negación del derecho a la propiedad. Etc. 

c) el liberalismo inglés 

El laboralismo inglés es otro tipo de socialismo: El Cardenal Bourne, arzobispo de Westminster hizo unas declaraciones con motivo de la Encíclica de Pío XI y repitiendo sus palabras en Eats London, en enero de 1925, afirmó que un católico puede ser laborista o conservador y no suscitó ninguna reacción en Roma pues el laborismo inglés no había nacido del caldo marxista, sino de los movimientos fabiano y cartista del siglo XIX. 

El Laborismo tiene su raíz en la Sociedad fabiana (1884) con Bernard Shaw, H.G.Wells, que seducía con el paraíso socialista, creen en la Democracia parlamentaria y sus reformas sociales son incompatibles con las propuestas del partido liberal de Manchester. El Labour Party (como el pequeño de Escocia) saltó en 1908 en la Conferencia de Hull defendiendo socializar los medios de producción, distribución y cambio. En 1910 tenían 40 diputados y en el 18, aunque defendían el colectivismo estatal, se asociaron al movimiento sindical de los trade unions, al Cooperativismo y al Guildismo. Nunca dejaron el limpio juego parlamentario. En el 45 fue su gran victoria con mayoría parlamentaria. Luego vino la gran derrota que, junto al fracaso económico, trajo la grave frustración ideológica. Sin embargo, volvieron al poder en 1964 y en 1974.


d) Respecto al liberalismo 

La Iglesia acepta la estructura democrática y la nueva noción de Estado como antes lo había hecho con los tres anteriores modelos: el romano de entramado burocrático militar; el medieval de príncipes feudales, y el moderno de monarquías nacionales. La “Democracia liberal” no es verdadera y por eso es condenada por León XIII en Inmortale Dei y que, como proponían Hobbes, Locke y Rousseau, es una ideología de la soberanía popular, o sea es un reduccionismo al absolutizar el poder del hombre para dominar la Tierra. El Vaticano II afirma que la democracia es conforme a la naturaleza humana (Gaudium et spes, 75) y Juan XXIII dejó claro que puede valer “cualquier clase de régimen auténticamente democrático” (PT, 52). 

Después el obispo de Roma Wojtyla dijo que “el hombre de hoy sobre todo en nuestra sociedad democrática -¡democrática de hecho o sólo de nombre!- se ha alejado mucho de ciertas categorías” (Wojtyla, Karol, Signo de contradicción, p. 176). Luego ya Papa, Juan Pablo II la da por supuesto y la califica como positivo signo de los tiempos. Ya Pío VII fue un Papa (1800-23) abierto a las formas de vida cristiana surgidas de la revolución y siendo obispo de Imola, declaraba en Navidad de 1797 que "la forma democrática no repugna al Evangelio (...) la democracia exige virtudes sublimes que sólo se aprenden en la escuela de Jesucristo”. 

La primitiva idea democrática ha quedado realizada en su contrario pues la idea inicial de Democracia propuso que los partidos se formaran después de abierto el Parlamento, agrupándose los elegidos por el pueblo. A finales del siglo XIX se tiene el agrupamiento de electores y no de diputados y el pueblo no elige a los diputados sino listas de los partidos: no gobierna el pueblo sino los Comités directivos de los partidos que tienen sometidos a sus representantes y a los mismos electores. Un papel de fumar (la demagogia) separa a la dictadura de la democracia. El problema es concretar cómo y cuándo se determina la voluntad de todos y cada uno de los ciudadanos; si el criterio es la mayoría, ello es una semi-Democracia pues la soberanía no es del pueblo total, sino del grupo de más votos. El Papa Wojtyla recordaba el riesgo ante la alianza entre la Democracia y el Relativismo ético que la despoja de toda referencia objetiva moral y se instrumentaliza la Democracia para fines de poder; a pesar de sus reglas propias, una Democracia así va por un camino de totalitarismo fundamental (Veritatis splendor, 101) y el Estado se convierte en Estado tirano (cf Evangelium vitae, 20). En otro texto escribe que el pragmatismo imperante en Occidente hace peligrar a la Democracia por cuanto excluye el recurso a principios éticos inmutables (cf Fides et ratio, 89). En la democracia no pueden estar provisionales y volubles “mayorías” de opinión pues no ocurre así en ninguna Ciencia: ni en Matemáticas, ni en Física, ni en Biología, etc.

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