Causas de la Revolución francesa (A) El Sínodo de Pistoya
La Revolución francesa hizo
suyos los sueños de Pistoya y Ems pues confluyeron las ganas europeas de
cambiar la cara y el contenido de la Iglesia tal como se venía
"deseando" desde hacía siglos. El ejemplo de alemanes y toscanos
radicalizaron las propuestas y Europa quiso hacerse nueva, como el paraíso
americano, aniquilando el ANTIGUO REGIMEN que había vivido basado en el privilegio, ley privada, y con una concepción estática que proponía tratar
desigualmente a los desiguales.
Ahora les parecía llegada la hora de
invertir el planteamiento y tratar igual a los iguales. Aquel régimen o concepción estática defendía
el que cada uno se ha de contentar con quedarse donde la vida le ha colocado;
así sus derechos quedaban cercenados pues su libertad terminaba en la frontera
de los derechos de los demás. Había llegado la hora de la concepción dinámica reconociendo que cada hombre o grupo es igual a
los demás y tiene que organizarse defendiendo la plena libertad de cada grupo o
individuo.
La
Iglesia, mientras se encontraba ante la
inminencia de estallar una bomba, quiso ser fiel a su misión divina de ir al
mundo a llevarle la Buena Nueva (no a cristianizar sus estructuras) y tuvo que
discernir lo bueno de lo malo, aunque haciéndolo con su habitual lentitud pues
nunca ha tenido urgencia para cambiar aunque nunca, como Institución, debería
llevar ese protagonismo civil pues no tiene la misión divina de impulsar el
progreso, sino la de llevar la Verdad a todos los rincones -progresen o no-, de
sanar al enfermo, de enderezar al torcido, de calentar lo frío y de apagar los
incendios de los corazones de
cada hombre: “y viendo vuestras buenas obras…”
No está la Iglesia para
reformar las estructuras civil-político-económico-deportivo-culturales de
ningún pueblo en cambio, sus miembros, que son ciudadanos de pleno derecho allí
donde viven o trabajan, sienten –individual o agrupadamente- un amor apasionado
por el mundo con más motivos que los paganos ya que saben que ha salido de las
manos del Creador y precisamente se lo ha entregado al hombre, para realizarse
mientras desarrolla la imagen y semejanza divina que tiene su naturaleza. Sabe
el creyente que la Tierra es sólo su lugar de paso a la vida eterna pero sus
avatares están tan en los planes de Dios como los de la vida futura.
El Sínodo de Pistoya
Se celebró el 18-IX.-1786 en
esa ciudad toscana donde el obispo Ricci editó un Catecismo jansenista y había
llevado al seminario profesores de esas ideas. El gran ducado de Toscana lo
regía Leopoldo II, hermano del Emperador de Austria José II e hijo de María
Teresa que fue la Emperatriz de Austria del 1740 al 80. José, co-regente desde
el 65, en el 68 introdujo el josefismo en Lombardía y al año siguiente en todo
el Imperio.
El
hermano de José II, el gran duque Leopoldo de Toscana se llevó a su tierra las
ideas y fue la zona más agresiva. Para aprobar su plan utilizó el Sínodo de
Pistoya cuyo obispo era jansenista y forofo de sus planes. Leopoldo usaba el divide
y vencerás pues no quería un Concilio nacional ya que la mayoría de obispos
no le apoyan; hizo sínodos provinciales pues era más fácil ganar en cada uno de
ellos.
A Pistoya acudieron 300 curas (entre ellos unos
erasmistas y otros episcopalianos). Los jansenistas querían uniformar todas las
órdenes religiosas haciéndolas todas benedictinas y con el método de la abadía
de Port-Royal. Tocaban en sus conclusiones cosas de los sacramentos (centrando
la vida en la Eucaristía y fomentando una piedad más bíblica), de la Liturgia
(lengua vernácula) y de ecumenismo para mejorar la unidad de la Iglesia
mediante el diálogo con las otras confesiones. Los fieles y el resto de obispos
se resistieron y no quisieron refrendarlo en el Concilio nacional (de
Florencia). Pío VI tardó en pronunciarse a pesar de las denuncias que
recibía. En el 94 rechazaba 85 de aquellas proposiciones, Carlos IV de España
aceptaba la decisión papal por ser símbolo contra Francia y al acabar la
aventura napoleónica, rebrotaron esas ideas en España.
El Papa Pío VI se enfrentaba
a esa revolución que era el eco europeo de lo ocurrido en USA en 1773 donde se
había logrado implantar la libertad, llamada en Europa «libertad americana», y
supieron organizar la separación Iglesia-Estado cuando B. Franklin, en 1784,
gestionó en París con el Nuncio la representación vaticana en USA. Roma había
pedido -como se hacía en Europa- que propusieran un candidato y USA se negó
pues a esa nueva sociedad no europea ya no le importaba la opinión
eclesiástica; tales asuntos sólo son cosa de la Iglesia romana.
Leopoldo quiso realizar el
sueño de reformar la Iglesia, "depurar el cristianismo" decía él,
adecuarla a los tiempos modernos y aniquilar los planteamientos medievales.
Para ello impuso su "josefismo", re-distribuyó las diócesis, nombró
obispos sin necesidad de confirmación papal; puso los seminarios al control de
la Universidad; organizó la liturgia (fiestas, procesiones, nº cirios, nº misas
a celebrar; no se podía pedir dispensas a Roma sin permiso civil, etc. También
en 1782 quiso suprimir la Inquisición y las Órdenes religiosas aunque esto tuvo
rechazo popular.
En enero de 1786 Leopoldo
envió una circular a todos los 18 obispos toscanos (3 arzobispos y 15 obispos)
para convocar sínodos diocesanos y redactó 57 puntos de reforma. Sólo le
contestaron tres obispos: el de Colle, el de Chiusi-Pienza y Ricci de Pistoya.
A su Sínodo Diocesano acudieron los 234 sacerdotes convocados y Leopoldo pidió
convocar un Sínodo Nacional pues los pistoyanos creían tener derecho a convocarlo
por los privilegios de cualquier Emperador romano. Para ello, Ricci convocó en
privado a todos los obispos pero se encontró con que no le hicieron eco.
Además, no salió adelante
este plan reformista pues José II fallecía en 1790 y Leopoldo se fue a sustituirle
a Austria quedando en la Toscana su hermano Fernando que no quiso saber nada de
esos planes. Ricci publicaba en 1788 las Actas de Pistoya y el Papa en el 94
condenaba 85 puntos sacados de tales Actas. Las conclusiones no pudieron
llevarse a la práctica pero la idea ahí estaba lanzada y prendería después por
toda Europa.

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